Preparar la piel de nuestros hijos antes de poner rumbo a la montaña tiene beneficios considerables. El cóctel de sol, frío y diferencias de temperatura puede jugar una verdadera mala pasada en su piel fina, frágil y especialmente sensible...
1- El aire frío y seco y el viento de la montaña aumentan la pérdida de agua de la piel
Cuanto mayor sea la altitud, menor será la humedad del aire y, por tanto, más seca estará la piel. El viento, las temperaturas gélidas, el rostro empapado por la nieve o enrojecido por el sol... son factores que resecan y debilitan la epidermis, especialmente las zonas más finas como los labios, la piel de las manos y las mejillas. ¡Antes de tu estancia, un tratamiento My Gummies Belle Peau preparará la piel de los niños y reforzará su protección!
2- Los efectos de la montaña sobre nuestra sed
La sensación de sed suele estar menos presente durante el tiempo frío y seco. El reflejo de beber se siente menos aunque, por el contrario, nos resulta tanto más necesario porque la montaña seca la piel aumentando la pérdida de agua.
3- Cuidado con el sol incluso en días nublados
El reflejo del sol sobre la nieve es (muy) perjudicial para la piel.La idea preconcebida de que en la montaña, por hacer frío, la piel no corre peligro es ilusoria.
Los rayos del sol, incluso en los días nublados, todavía nos llegan. Los rayos UVA y UVB (que ciertamente disminuyen en invierno y son menos peligrosos) no deben tomarse a la ligera en ningún caso... Deteriorando progresivamente la piel, son responsables del envejecimiento prematuro, de las quemaduras solares y del cáncer de piel.
Sin embargo, ¡aprovechemos atentamente estos rayos! Fuente de vitamina D, su exposición fortalece el sistema inmunológico (para resistir y afrontar enfermedades temporales), ilumina el cutis y mejora el bienestar general.
Con precaución... porque en la montaña la reverberación es aún más fuerte que a la orilla del mar: el 80% de los rayos ultravioleta se reflejan en la nieve.
Por tanto, es necesario aplicar generosamente un factor de protección alto (SPF 50) sobre la piel del rostro y repetir la aplicación al menos una vez durante el día. Otro imprescindible: gafas de sol para proteger los ojos que dejen pasar los rayos UV a través de la lente.
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